El rey continuó visitando la ciudad de incógnito, pero ahora lo acompañaba Hassam. Muchas noches, ambos se despojaban de sus lujosos trajes y salían de palacio por una de las puertas traseras. Sin sedas, encajes ni lujosos carruajes, los dos recorrían las calles, plazas y estrechos pasajes, muy atentos a lo que ocurría a su alrededor. A su regreso, el rey y su nuevo consejero comentaban lo ocurrido durante la salida y siempre extraían de ella algún aprendizaje.
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